domingo, 4 de julio de 2010

La Piedad

por Jorge Luis Mari Becerra

 

1 de Junio del 2010 

 
 
Cuando la piedad se pide a gritos, se clama,

debe ser inagotable.  ¿No lo crees?

Debe ser inagotable,

como las milenarias y esplendorosas llamas

que en nuestro Sol resplandecen.

 

Cuando la piedad toca a tu puerta, te llama,

debe ser inagotable.  ¿No te parece?

Deber se inagotable,

cuando el contrario es tan vil que la reclama

o tan pequeño que la merece.


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